Una visita a Santiago de vez en cuando debería estar incluida en la agenda. Tan cerca y tan distinta. Ciudad hermosa, alrededor de la catedral, llena de vida, de gentes de aquí y allá, ciudad de peregrinaje al fin y al cabo.
Una carrera nocturna por el casco antiguo fue el pretexto para salir de la habitual ruta gastronómica.
El lugar elegido, un mítico reconvertido, como muchos lugares se Santiago, por cierto.

Y reconvertido no sólo a nivel decorativo, si no también en su carta. La gran variedad de hamburguesas no dejaba lugar a dudas, había que probarlas.

Sin fallar a la carne…difícil descartarla del menú cuando aparece la palabra buey.


Deja una respuesta