Chuleta

#chuleta

«¿De qué estrellas caímos para encontrarnos aquí?». Esta frase que escribe Guadalupe Nettel en ‘Después del invierno’, libro de la última Cata Literaria (experiencia a la que dedicaré un post), me viene como anillo al dedo para describir uno de nuestros últimos homenajes gastronómicos.

Esa noche teníamos que estar en Logroño, disfrutando de sus calles Laurel y San Juan, cogiendo fuerzas para, al día siguiente, animar con todo al Basquet Coruña, pero las inclemencias del tiempo, concretamente la nieve, nos desviaron de nuestro camino. ¡Y de qué manera!

Minutos después ya no pudimos continuar.

Acabamos en Villagonzalo Pedernales, el área de servicio a 8 km de Burgos que nos sirvió de refugio ante la incesante nevada que nos impidió continuar.

La suerte estaba de nuestra parte pues a 50 metros de la gasolinera había un hotel y un restaurante. Y resultó ser un no cualquier restaurante. Se trataba de El Alfoz, un asador de los clásicos, un asador tradicional, con imponentes hornos de leña que prometían el espectáculo gastronómico que resultó ser.

Excelentemente tratados por Carlos Macho, el gerente del complejo, nos sentaron en la mejor mesa del local, justo enfrente al fuego que asaría los manjares a degustar. Y ahí, con la carta en la mano, y ahí, en modo perro de Paulov, en ese momento, empecé a relajarme después de la tensión vivida en la carretera.

Uno de los hornos de leña de El Alfoz

Poco antes, Carlos nos había comentado que este asador tenía el segundo premio nacional de chuleta. Motivo suficiente para decantarnos por ella en lugar del lechazo, del que nos quedaron ganas, pero teniendo en cuenta que era cena y queríamos probar otros productos, como la morcilla, había que elegir. ¡Cómo nos gustan este tipo de dilemas!

Esta fue nuestra elección. Para empezar, una de cecina.

Continuamos con huevos fritos con morcilla y chorizo. La morcilla, de su Colmado, es de las más ricas que he probado en mi vida.

Y llegó el momento más esperado, la chuleta. Nos mostraron una de 1k 300gr a la que no pudimos resistirnos. Por cierto, todo acompañado con el vino de «la casa», un Cillar de Silos muy aceptable, tanto en sabor como en precio.

Deliciosa, puro sabor, merecedora de ese premio nacional, sin duda.

Y, aunque no somos de postre, al menos yo, redondeamos con un particular queso con membrillo en forma de helado y crema.

Y con todo esto en nuestros estómagos, tocaba ir a descansar y esperar a que a la mañana siguiente la carretera estuviese en condiciones para llegar a Logroño, el objetivo de este viaje, animar al Basquet Coruña ante el Clavijo.

Y así amanecimos:

Bonita estampa invernal con la carretera despejada. Rumbo a Logroño.

Y así, sin querer, el destino, o lo que sea, nos regaló un maravilloso fin de semana, una aventura digna de contar y recordar, con un final muy feliz. Descubrimiento gastronómico y victoria de nuestro equipo, el Leyma Basquet Coruña, que tanto nos está haciendo disfrutar esta temporada.

#cadadiaesunregalo @tasteatandenjoy


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