La magia de los lugares se mide por el motivo que nos lleva a ellos, sin duda, y también por el esmero que ponen los encargados de tal menester para que nos la encontremos sea cual sea el motivo de la visita.
Tuvimos la fortuna de toparnos con esa magia por partida doble, o incluso triple, en A Quinta da Auga en la deliciosa estancia con motivo de la boda de mi querida Silvia.
La espectacular decoración navideña del lugar nos recibió para adentrarnos en una calidez absoluta. Cierto es que es para gustos, y a mí este tipo de decoración me encanta. Copiaría cada detalle para mi casa, empezando por la enorme lareira que protagoniza el concurrido salón.



Butacas, sofás, mesas auxiliares, vitrinas, jarrones, lámparas…un sinfín de elementos, por cierto, todos ellos a la venta, que ofrecen múltiples rincones para pasar un rato agradable.





Empezaba con la palabra magia, la tienen las bodas, la tiene el amor, y la tienen las personas que comparten su felicidad con los demás. Y la magia produce emoción… la que pudo conmigo, durante la ceremonia, creo que con los años puedo controlarla menos, pero lo cierto es que no me preocupa, al contrario, creo que hace falta más emoción en este mundo.
Pero vamos a lo que nos ocupa, al taseteatandenjoy. Y es que magia nos encontramos también en cada plato, desde los aperitivos, que gracias al sol de diciembre pudimos disfrutar en el jardín, hasta cada uno de los manjares que conformaban el menú de la ceremonia.



Anonadada por la belleza del lugar, me encantan los bambús, sólo me acordé de fotografiar el primer aperitivo, un bocado de atún rojo con guacamole, deli, deli, delicioso. Pasaron más, foie mi cut, con el que perdí el sentido y dejé de fotografiar, jamón ibérico de cebo campo con pan y tomate, croca de ternera crujiente, gambón al vapor y pulpo á feira. Una verdadera comida en miniatura con la que ya podríamos haber pasado. Pero tratándose de una boda, de una de Carballo….
Y nos sentamos a la mesa, con exquisita y delicada decoración, para seguir haciendo lo que más nos gusta: comer y beber en buena compañía.



Empezamos fuerte, con un bogavante azul a la plancha y una lubina salvaje con un arroz meloso en salsa verde de los más ricos que he comido.


Nos encantó el detalle del sorbete de limón, el tradicional. Nos encantan las tradiciones. mención especial merece el costillar ibérico confitado y deshuesado. Como en las bodas de antes, con el estómago bien lleno, había que seguir comiendo y no dejar nada en el plato. Ya compensaríamos después, el momento había que disfrutarlo. ¡Qué sabor! ¡Qué textura! ¡Qué bien cocinada estaba esta carne!
Son muchos los locales que nos entran por los ojos por lo bonitos que son pero la comida no está a la altura, aquí sí, un 10 para A Quinta da Auga, y para su excelente atención, al menos en la boda de Silvia y Fernando.


Y así, entre platazo y platazo llegamos a los postres. Primero la milhoja crujiente de mascarpone y fresas y después una cremosisíma tarta de queso cortada a espada.



Terras Gauda, La Montesa y Raymat nos ayudaron a digerir plácidamente todos estos manjares.
Y hasta aquí el taste y el eat, el enjoy continuó despues en una sobremesa llena de baile, alegría, y buenos momentos que nos quedan ya para siempre.
Gracias Silvia, gracias Fernando, por dejarnos vivir a vuestro lado un momento tan importante en vuestras vidas, y por hacerlo, además, de una manera tan especial (tuve el honor de ser la oficianta).



Os dejo a continuación alguna imagen más de este hermoso hotel, incluida una del desayuno, perfecto para cualquier ocasión, una boda o un día cualquiera de desconexión (porque tiene un spa fabuloso, pero en esta ocasión no tuvimos tiempo a disfrutarlo).






Cada día es un regalo en @tasteatandenjoy.

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