Madre de Dios del amor hermoso… es mi expresión favorita cuando la comida está exquisita. Pues estos días no paro de repetirla, no paro de comer y comer platos deliciosos, exquisitos, yo creo, incluso, que más ricos que nunca. La medalla de oro se la lleva el bacalao con coliflor de esta Nochebuena, estaba increíblemente bueno.
En mi casa ‘madre’ estamos en la etapa de querer que pasen rápido estos días. La nostalgia de los que no están pesa mucho, pero esta pasada semana hemos superado la prueba con más éxito del esperado. Acompañadas por el calor, literal, que da el fuego de San Clemente, las chicas de oro (abuela, madre e hija) hemos llenado el vacío con deliciosos platos navideños, creo que los hemos disfrutado mucho más que otras veces, quizás hemos sabido disfrutar más de cada plato, de cada momento. Ayudó también la elección de la bebida, este año de la tierra.
Sin olvidar los míticos gambones hechos en la cociña de leña, claro!
Y para brindar, las guindas de nuestra querida amiga Ramona.
Para el día de Navidad tocó otra tradición, el pollo de casa. Exquisito con castañas y ciruelas pasas.
Por la noche había que relajar un poco, más que nada para ir haciendo hueco para lo que nos esperaba el sábado.
Una digestiva ensaladita de granadas y piña, con yogur, fue la frugal cena antes de uno de mis platos favoritos, el arroz con bogavante de mi querida madre. Tengo que decir que tan favorito como reclamado, porque caray cómo me cuesta que me lo haga!
Total, un #nonstop de jueves a sábado…y falta todo lo que nos metimos el sábado por la noche, pero eso lo dejo para otro @tasteat&enjoy.








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