Una de las grandes virtudes de la comida es el poder que tiene para unir a la familia.
Salvo problemas graves con el colesterol, es muy difícil resistirse al festín carnívoro que nos ofrece cada San Pedro nuestro querido primo Jorge, y en caso de llevarse mal con el colesterol, mi tía Carmen no deja que nadie pase hambre, siempre tiene alternativas.
El más preciado asado argentino se rinde ante el poderío de las brasas familiares que año tras año reúne sin rechistar a lo mejor de cada casa, desde los mayores que siguen cumpliendo con la cita…
…hasta los pequeños que llegan con muy buena disposición…
Poco más se puede pedir tras una excelente comilona en familia…Sí, que llegue la siguiente!




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